Por Florencia Borrilli
Fuente: elconstructor.com
Desde hace alrededor de 60 años que los caminos rurales (calzadas naturales) se someten a un sistema de mantenimiento que, en realidad, se aleja cada vez más de cumplir ese objetivo. Hace un tiempo que la Dirección Provincial de Vialidad recibió una propuesta mejoradora, sustentable y ahorrativa, y comenzó a realizar una investigación profunda para llevarla adelante.
Se trata de un nuevo sistema que aplica a las rutas de jurisdicción provincial y a la inmensa cantidad de caminos rurales de jurisdicción comunal o municipal. “Nuestra red vial provincial es infinitamente menor que la red terciaria que corresponde a municipios, con lo cual en la medida en que esto se aplique a la red terciaria, la ventaja será mayor”, exclama el Ing. Carlos Casali, Jefe de Zona 6 Rosario de la Dirección Provincial de Vialidad. Y agrega: “Hay que aprender a leer los caminos, analizarlos cada uno con sus particularidades y contextos en los cuales se encuentran”.
Esta propuesta viene a poner en jaque al viejo manual de usos y buenas costumbres aplicado hasta ahora por todos los actores intervinientes, porque apunta a frenar las erosiones hídricas que sufren los caminos al ser removidos con el mantenimiento que se les viene realizando. “Las pruebas están a la vista, los caminos están deprimidos respecto de los campos linderos”, confirma Casali. Hasta ahora la metodología aplicada consiste básicamente en pasar disco y motoniveladora dejando formas abovedadas con pendientes trasversales erosivas superiores al 3%, y suelos desnudos.
Al remover los caminos, los suelos quedan sin cobertura y con un nivel de compactación insuficiente como para poder agregarles una carpeta asfáltica. Dicho de otra forma, ya sea para las calzadas, banquinas, cunetas y veredas, ya se lleva más de medio siglo con acciones que implican el borrado de huellas (perfilado de la calzada para dejar el camino en condiciones transitables), el repaso (perfecto y perfilado y abovedamiento del terraplén, con la extracción lateral de 1 o 2 surcos por cuneta, previa limpieza), y la reconstrucción (adecuación de desagües y conformación del terraplén mediante la extracción lateral de 3 a 5 surcos por cuneta y limpieza de la zona de camino, fuera de los desagües laterales y calzada propiamente dicha). Todas estas acciones son ejecutadas por máquinas motoniveladoras. “La desmalezadora es la gran ausente en esta metodología, es decir, la máquina para cortar el pasto en lotes urbanos y desmalezar las rutas de las banquinas pavimentadas”, explica Casali.
Es curioso el hecho de que en Inglaterra al pasto se lo llama cemento verde por su capacidad de cubrir terrenos de forma sustentable y en Argentina se gaste una gran cantidad de partidas para destruirlo. En nuestro país se privilegia el crecimiento del gramón en desmedro de los pastos finos y altos. “El pasto es un excelente material y en la Pampa Húmeda tiene costo cero”, comenta el In. Daniel Juan Costa, Ingeniero Agrónomo y Productor Agropecuario, quien además enfatiza “gastamos partidas millonarias en combustibles, lubricantes y horas-hombre para mantener los caminos, y combatimos el pasto que es un aliado, porque cuando hay viento y agua funciona de barrera de contención, y ayuda a infiltrar.” Esto último es muy importante, sobre todo considerando el incremento de períodos de lluvia cada vez más frecuentes en la provincia de Santa Fe. El verano pasado Santa Fe propició el fenómeno del niño. Cada 48 a 72 horas llovía y las comunas no llegaban a reparar los caminos; y cuando lo hacían, volvía a llover. Hubo miles de hectáreas en los caminos rurales que se asfaltaron de verde y de forma gratuita, salvándose de dicho mantenimiento.
Si los caminos se mantienen abovedados con pendientes erosivas y banquinas y cunetas sin cobertura vegetal, ocurriría el arrastre de suelo, una parte sedimenta en las cunetas y la otra directo al curso de agua más próximo. “Nuevamente, sobre suelo movido, se huellea por la acción del tránsito después de las lluvias y se vuelve a ´arreglar´ llevando lo sedimentado hacia la calzada, con un surco extra para compensar el suelo que se fue. Así cada vez gastamos más recursos y tenemos los caminos más bajos, y consecuentemente, los alambrados más altos”, explica convencido Casali.
Otro tema que cuestiona este nuevo sistema es la fumigación indiscriminada en las zonas de veredas de los caminos -angosta en relación al ancho de los caminos- en desmedro del crecimiento de la vegetación espontánea. Casali comenta que “si dejáramos crecer el pasto, se beneficiarían el lindero y nosotros como Vialidad, porque se arma un colchón que retiene el agua” y continúa “para quebrar la uniformidad en los cultivos, los agrónomos piden a los productores que dejen zonas de refugio y esta es una zona de refugio gratuita que concentra biodiversidad y plagas que pueden atacar ahí, en lugar de hacerlo en las producciones.” Las excepciones siempre existen, pero en la generalidad esta propuesta pretende evitar la fumigación en las veredas, entre las cunetas y los alambrados. “Hay que hacer un trabajo de cirujano, desmalezar e intervenir ahí donde existe el problema”, comentan desde la Dirección de Vialidad Provincial.
Ahorro asegurado
Este nuevo sistema de mantenimiento implica un importante ahorro. “Si aplicamos esta propuesta, en diez tendríamos los caminos estabilizados”, asegura Casali. Hay que tener presente que cada tambor de 200 litros de gas oíl, equivale al costo de unas 8 a 11 toneladas de escoria puestas en el lugar, sólo por citar un ejemplo. Este mantenimiento es la única obra que no tiene incorporada en su rutina el agregado de materiales. “A nadie se le movió el piso en 60 años, en vez de traer materiales, rascamos las paredes de las cunetas para arreglas las calzadas y así nos vamos hundiendo cada vez más”, aclara Costa. Y añade: “estaríamos transfiriendo recursos para estar mejor el día de mañana y frenar el hundimiento de los caminos, sin acercarnos tanto a las napas”, aclara Casali.
El gasto en equipos viales: motoniveladoras, niveladoras de arrastre, tractores, discos, retropalas, como así también en repuestos, reparaciones, combustibles, lubricantes, etc., disminuye drásticamente con esta propuesta, y se incorpora la cortadora de pasto como herramienta esencial, que es mucho más económico. Con la diferencia de costos que ahorramos, adquirimos materiales (piedras, escorias, etc.) para ir estabilizando las calzadas en zonas bajas, como prioridad, y con el paso de los años implementando esta propuesta, podremos ir estabilizando cada vez más tramos de caminos.
Otro concepto cuestionable es que las calzadas de los caminos se “arreglan” porque se ahuellan. Y es básicamente al revés: se ahuellan porque se mueven. Por supuesto que hay tramos puntuales con napas cercanas donde se profundizan las huellas: lo que hay que hacer es estabilizar las calzadas, no moverlas. “La prueba fehaciente está explícita en caminos rurales terciarios donde “no hubo tiempo de ir a arreglarlos” y quedaron “abandonados “y empastados: ahí precisamente están más firmes”, destaca Costa.
Esta propuesta fue presentada en la Comuna de Peyrano y ahora se difunde en distintos distritos, INTA, Colegios de Ingeniero Civiles, en las provincias de Entre Ríos, Buenos Aires, Córdoba, en vialidades y en los consorcios camineros. “Hoy recorremos todas las jurisdicciones para asesorar sobre este sistema, cubriendo las 10 zonas de Vialidad Provincial”, aseguran desde VialidaProvincial.
Próximos pasos
Es un camino con mucho por recorrer, empezando por tratar de capacitar a las distintas regiones de vialidad para cubrir toda provincia y con la intención de extenderlo a toda la Pampa Húmeda y a las provincias involucradas con este tipo de manejo que ya no es efectivo. También se contactó al INTA para que se involucre con la problemática de las veredas, en cuanto a las aspersiones de los agroquímicos, para se pronuncien sobre este aspecto fundamental. Asimismo, el 12 de septiembre se llevó adelante una reunión con el Colegio de Ingenieros, exponiendo la necesidad de que haya una ley que regule el manejo de las veredas y una incumbencia profesional de los ingenieros agrónomos a través de los colegios, para que monitoreen el manejo de las veredas en todo el ámbito de la provincia.