Fuente: agrovisionprofesional.com.ar
La red vial argentina tiene una extensión de 638.327 kilómetros, de los cuáles la gran mayoría (500 mil kilómetros) son caminos rurales. Alrededor de 260 mil kilómetros de esos caminos están en la Pampa Húmeda, y a su vez 11 mil se encuentran en la provincia de Santa Fe. Una enorme porción de territorio que, a diferencia del suelo agrícola o de los ecosistemas naturales, nunca fue considerado ni tratado bajo parámetros de sustentabilidad ambiental.
Los resultados de ese destrato teórico y práctico están a la vista: según la opinión de numerosos especialistas (ingenieros agrónomos e ingenieros viales) la forma en la que los caminos rurales han sido mantenidos durante las últimas décadas en realidad ha contribuido a empeorarlos, erosionarlos y hundirlos. Ante esta evidencia, proponen un nuevo paradigma de mantenimiento y conservación que cumple con varias ventajas al mismo tiempo: es amigable con el ambiente, evita que se hundan y no precisa mayor financiamiento que el que actualmente destinan comunas y gobiernos provinciales para intentar tenerlos en buenas condiciones de transitabilidad.
De todo eso se discutió en la jornada “La gestión de los caminos rurales y su influencia en el ambiente” organizada por la facultad de Ciencias Agrarias de la UNR, durante la cual varios expositores compartieron ideas y conocimientos para rediseñar la red de caminos rurales en función de un nuevo escenario marcado por la variabilidad climática y la erosión del suelo.
Pasado y presente
Durante la jornada en Zavalla el ingeniero agrónomo Sergio Montico, de la cátedra Manejos de Tierras de la Facultad de Cs. Agrarias de la UNR, repasó la historia de los caminos rurales en el país, atada a la construcción de los ferrocarriles y por eso también al desarrollo del modelo agropecuario nacional.
En ese punto recordó que la primera política de caminos viales en Argentina data de 1907 y fue la ley 5.315 denominada Ley Mitre, que fomentó hasta 1947 la construcción de caminos para llegar hasta las estaciones ferroviarias. Esa ley establecía que el 3% líquido de los producido por las compañías ferroviarias sería aplicado a la construcción y mantenimiento de puentes y caminos de las comunas o departamentos cruzados por esa línea de tren.
En la actualidad la red vial transporta el 80% de las cargas y el 90% de los pasajeros que circulan por el territorio argentino. Y aunque muchas veces pase desapercibido, esos caminos forman parte, tal como lo definió Montico, de un “paisaje multifuncional” en el cual la producción va de la mano con el cuidado del ambiente y el desarrollo social.
“Los caminos rurales significan igualdad de oportunidades, acceso a la salud, al desarrollo y a la educación. Son comunicación y arraigo. Son una parte muy importante del modelo porque sirven para la integración territorial” agregó el experto.
Con mirada ambiental
Hasta ahora en el mantenimiento de los caminos rurales ha prevalecido una mirada puramente vial basada en dos o tres preceptos que se repitieron sin cuestionamientos durante 60 años.
Para Montico tener en cuenta criterios ambientales es clave a la hora de planificar el territorio: “de a poco se van integrando los caminos en políticas ambientales y eso es un avance. Hay que interesarse en su estado para saber el impacto que tienen en el desarrollo, hoy algo poco apreciado” agregó.
La erosión hídrica se ha convertido en un problema serio en buena parte de la zona núcleo agropecuaria, en parte como consecuencia de las mayores lluvias asociadas al cambio climático, pero también por malas prácticas de conservación de los suelos, dentro del cual está la red de caminos.
“Malas prácticas agropecuarias y mala infraestructura dañan los caminos. Esto genera migración rural porque empeora el aislamiento” mencionó Montico, para agregar que los caminos rurales no aparecen en las cartas de riesgo hídrico a pesar de ser un punto crítico para la erosión y el drenaje, así como fuente de sedimentos que pueden contaminar ríos y arroyos.
“Muchos picos de escurrimiento pueden ser incrementados por los caminos hasta un 30%. Si esto no se toma en cuenta fallan las predicciones porque se subvaloren los caudales” advirtió, para recordar que durante los últimos 20 años se triplicó la frecuencia de lluvias de 100 milímetros en menos de 48 horas, lo que exige un readecuamiento de la infraestructura.
Diseño tradicional versus diseño sustentable
Tal como se ha hecho hasta ahora, el mantenimiento de los caminos rurales no ha tenido en cuenta los servicios ecosistémicos del entorno que los rodea, lo que se traduce en pérdida de hábitat para flora y fauna de la región, cambios en la red hidrográfica y compactación de suelos. “Existe una relación entre la anchura del borde de los caminos y la pérdida de biodiversidad de aves y animales llamado índice de valor de conservación” señaló Montico.
El ingeniero agrónomo destacó que los caminos tratados de manera sustentable sirven como parches en el paisaje y se convierten rápidamente en reserva de fauna y flora. “Hemos desfragmentado el paisaje y ya es hora de volver a valorar una infraestructura verde donde la conectividad ecológica del territorio funcione como enlaces de espacios naturales”, argumentó.
Daniel Costa, ingeniero agrónomo que trabaja en la zona de Peyrano, explicó en ese sentido que en los últimos 60 años el tema no fue abordado. “Son muchas las hectáreas de recursos naturales que se usan como caminos, si tomamos 500 mil kilómetros por 20 metros de ancho da un millón de hectáreas a nivel nacional y en la provincia no menos 100 mil hectáreas. Es una gran porción de territorio”.
Para Costa, la manera de mantener los caminos, hasta ahora, se basa en acciones que incluyen una demanda siempre mayor de presupuesto para realizar cada vez más intervenciones. Algo que, a su juicio, es un error:
“Lo que vemos después de 60 años son caminos cada vez más hundidos y erosionados”
“Las remociones masivas causan erosión hídrica y eólica. Las causas de esta erosión son antropogénicas, no naturales. Los caminos se rompen porque se mueven, la no remoción es la base para tener piso y el control de la erosión es la madre de todas las batallas. Las veredas deben incluirse para conservar biodiversidad” detalló el experto.
La erosión hídrica es uno de los más graves problemas que enfrentan los suelos de la región: “ya nada frena el agua y los caminos se deprimen entre 2 y 3 centímetros por año” sintetizó por su parte Carlos Casali, ingeniero civil de la Dirección Provincial de Vialidad de la Provincia de Santa Fe que también participó de la jornada.
Un nuevo paradigma
Este nuevo paradigma de mantenimiento y conservación de los caminos rurales se basa en la no remoción, el empastado, un ancho de calzada lo más estrecho posible y en la captación del agua en origen. También incluye mantener las veredas libres de agroquímicos para preservar la biodiversidad y generar un sistema de parches verdes interconectado que mejore la sustentabilidad de toda la región.
“Lo verde dentro de un camino es mala palabra, y eso debe cambiar” dijo Casali, quien se mostró en contra de la fumigación de veredas y por el contrario explicó que las veredas verdes “son aliadas, no enemigas”.
Tomando como ejemplo la siembra directa, recordó que “sin remoción hay más piso”, por lo que ese esquema que se aplica a los campos productivos debe ser replicados a los caminos.
La propuesta, entonces, incluye permitir que surjan veredas con vegetación espontánea que se conviertan en zonas de refugio para reconstruir el paisaje: “tenemos 12 mil hectáreas en la provincia en torno a caminos rurales que podrían ser un camino de biodiversidad sin hacer nada, sólo no interviniendo”. En ese punto recordó la necesidad de contar con una ley provincial que prohíba la fumigación de las veredas.
Cunetas y banquinas empastadas para retener agua, calzadas menos anchas y verde: sobre esas ideas se construye el nuevo paradigma de mantenimiento de los caminos rurales: “los recursos ya están asignados, solo hay que cambiar su uso. El pasto es el cemento verde y sólo hay que avanzar hacia una microcirugía de caminos con mínimas intervenciones” concluyó Casali.
Nueva incumbencia profesional
De prosperar esta nueva forma de cuidar los caminos rurales, los ingenieros agrónomos se encontrarían con una nueva ventana de oportunidad laboral en la zona.
Así lo destacó Costa, para quien “nacería una nueva incumbencia profesional” para cumplir una actividad de gestión integral de los caminos rurales que contemple desde el rediseño hasta los controles de uso, manejo, tránsito y seguimiento de estos.
Para eso, la Legislatura de la provincia de Santa Fe debería avanzar hacia una legislación que regule esta actividad en donde los ingenieros agrónomos realicen esa gestión y controles como también que se limite la aplicación innecesaria de productos químicos y la quema de pastizales y se promueva la vegetación natural para contribuir al equilibrio ecológico de las veredas.